Fortaleza Para que el Papa Remueva a los Herejes
- P. Jorge Hidalgo
- hace 13 horas
- 5 Min. de lectura
El Papa necesita de nuestra oración para cumplir su función de confirmar a los hermanos en la fe y para enviar a algunos Obispos a estudiar el Catecismo.

Por P. Jorge Hidalgo
Debemos poner al Papa en el lugar que le corresponde, tener claridad para distinguir entre la inspiración bíblica y la infalibilidad pontificia y entender que no siempre los Papas son los hombres más santos.
En la historia de la Iglesia hay Papas que apoyaron herejías, que no las combatieron e incluso que reprendieron a su antecesor por esta grave omisión, por eso debemos pedir a Dios que el Papa León XIV tenga fortaleza para guiarnos siempre por el camino del bien, que sus palabras sean siempre claras, sobre todo en este mundo confuso que vivimos; y que tome las mejores decisiones, como quitar de sus cargos a los lobos vestidos con piel de oveja.
El Papa hace las veces de nuestro Señor Jesucristo, pero es Vicario, es decir, que no tiene autoridad como si él fuera Dios, por supuesto. Por eso no adoramos al Papa, y tampoco tomamos su palabra como si fuera el Evangelio; de hecho, la Teología distingue entre inspiración bíblica e infalibilidad.
La inspiración bíblica es la que está en los textos sagrados, por lo cual todas y cada una de las cosas están dichas por Dios; El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán, ha dicho Nuestro Señor Jesucristo. Por su parte, los Papas tienen una función sin duda única entre todos los hombres que vivimos en este mundo, que es la de confirmar a los hermanos en la fe. Esto es así de tal forma que cuando el Papa habla solemnemente, como Pastor Universal de la Iglesia, con la intención de confirmar a los hermanos en materia de fe y de moral, eso no puede cambiar jamás y a eso se llama infalibilidad.
Pero esto no quiere decir que todos los Papas escriban los mejores documentos, o que sean los hombres más sabios, o que sean los hombres más santos. No quiere decir eso. Los Vicarios de Cristo que han pasado a la historia son especialmente aquellos que han defendido los derechos de Dios, que han declarado los dogmas, que han luchado en contra de las herejías, que han promovido la fe y que han luchado por el orden social cristiano.
Recordemos al Papa San León Magno, un pontífice muy importante que se dedicó especialmente a reafirmar la Primacía de Cristo, y en su famosa Epístola XXVIII al Patriarca Flaviano, Patriarca de Constantinopla, recuerda la verdad de fe acerca de Jesucristo, sosteniendo que tiene dos naturalezas, divina y humana, unidas en la única Persona del Verbo, sin mezcla ni confusión.
En esa época se difundió la herejía de los monofisitas, promovida por el monje Eutiques, que negaba que Cristo tuviera dos naturalezas; por lo que Flaviano acudió al concilio convocado en Calcedonia en el año 431 y se leyó la carta de San León Magno, los presentes dijeron entonces: «Pedro ha hablado por boca de León». Es decir que cuando el Sumo Pontífice, en el cumplimiento a su función -confirmar en la fe a los fieles- como en este ejemplo lo hizo San León Magno; no habla a nombre propio, sino que es Pedro quien habla por medio de ellos.
Lo mismo pasó con Agatón, cuando confirmó la fe frente a las herejías de su época; entonces dijeron nuevamente los presentes «Pedro ha hablado por boca de Agatón». Sin embargo, la infalibilidad papal no quiere decir que sus documentos sean las mejores expresiones; incluso hay documentos históricos de los Papas que han pasado, que se han olvidado, porque a lo mejor no era la mejor expresión de la fe.
Por eso es muy importante distinguir entre inspiración bíblica e infalibilidad de los Papas, porque la Sagrada Escritura no puede pasar, porque todas y cada una de esas palabras son palabras de Dios; en cambio, los Papas pueden tener expresiones ambiguas, expresiones que podrían ser mejorables e incluso actos de gobiernos reprobables.
Está el caso, por ejemplo, del Papa Liberio que consintió el arrianismo y estuvo en contra de San Atanasio, el obispo que más luchó contra esta herejía. Éste es un acto reprobable de un Pontífice, como lo fue también el del Papa Honorio, que no combatió la herejía monotelita, por lo cual su sucesor, el Papa San León II, lo condenó porque no cumplió con su deber. Honorio había enviado una carta en la que prohibió que se hablara más de ese tema, dejando de este modo la Fe sin definir claramente.
Dar al Papa el lugar que le corresponde
San Juan Bosco decía que el católico debe tener tres amores: El blanco de la Santísima Eucaristía, el blanco del manto de la Santísima Virgen, y el blanco de la sotana del Papa.Pero estos tres amores tienen que ser entendidos en sentido análogo, es decir, en sentido semejante, porque nosotros solamente adoramos la Santísima Eucaristía. A la Santísima Virgen la queremos y merece el mayor culto entre todos los santos, pero la Virgen no es Dios, así que nosotros no adoramos el manto de la Santísima Virgen.
Y en un grado menor podemos decir que también veneramos la palabra del Papa, también rezamos por él, también le pedimos que Dios lo asista, porque su fortaleza confirma la fe de toda la Iglesia y nos guía a nosotros en el camino que va al cielo, pero él no es la Eucaristía y tampoco es el manto de Nuestra Señora porque, como dijo el Papa Juan Pablo II, la Iglesia es más mariana que petrina. Por eso es que debemos poner al Papa en el lugar que le corresponde, no le asignamos un lugar superior del que se le debe atribuir.
“La infalibilidad pontificia es un acto muy importante que Dios le dio al Papa, pero no es tan importante como lo creen los protestantes”, dijo el Padre Castellani, esto en relación con tener al pontífice en el concepto justo, adecuado, preciso de esta verdad de fe que Dios ha dado a la Iglesia para iluminarnos en este mundo de tinieblas, en este mundo de confusión donde impera la dictadura del relativismo, en este mundo en el que debemos ganar la Patria Eterna, pero con la luz de la Iglesia.
Oremos por el Papa y pidamos a Dios que siempre tengamos un Vicario de Cristo que tome las mejores decisiones, que quite de sus cargos a todos los lobos vestidos con piel de oveja que quieren confundir a las almas, porque sin duda hay muchos herejes mitrados y hasta vestidos de colorado. Hay muchos herejes así.
Que Dios dé al Papa la fortaleza para, poco a poco, decir a esos colaboradores: “a vos no te necesito, anda a un monasterio a rezar un poco más porque te hace falta repasar el catecismo de la Iglesia Católica.”
Nosotros pidamos el auxilio de Dios para que siempre seamos buenos hijos de la Iglesia, que no nos dejemos escandalizar frente a los malos ejemplos de los pastores, que permanezcamos fieles a la Iglesia y cuando otros renieguen o se hagan protestantes, como pasó en el siglo XVI que media Europa dejó de poner al Papa como la cabeza visible de la Iglesia, que nosotros podamos decir junto con Santa Teresa: “Muero contenta, muero hija de la Iglesia”, porque “nadie tiene a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por madre”, como dijo San Cipriano.
Que nos conceda Dios la gracia de decir como San Agustín: “No creería en los Evangelios si no me moviera a ello la autoridad de la Iglesia Católica”. Pidamos esta justa fe respecto de la Iglesia; y que el Señor siempre asista al Sumo Pontífice para que nos guíe hacia el Cielo y que diga como el Papa San León Magno: “así como permanece para siempre lo que en Cristo Pedro creyó, de la misma manera permanecerá para siempre lo que en Pedro Cristo instituyó”.
Comments