Memorias de un Corazón Converso
- Adveniat
- 4 ago
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 7 ago
Parte dos de una poesía dramática de corte religioso que consta de 10 diálogos entre el hombre y Cristo, intentando plasmar el afortunado encuentro entre el pecador y su Dios.

Por Ángel de la Cruz
Diálogo 2
Hombre:
No eres Tú Señor,
quien tiene que estar ahí,
tal flagelo debiera en mí
cobrar el precio de mi error.
Error que costome tu amistad
y a Ti, entregar la vida
que se escapa en cada herida
revelando vuestra beldad.
Y así con vuestra pena pagaste
y me liberaste de los yerros;
desde hoy y en tiempos postreros
sea tuya mi alma, esa que salvaste.
Que seas Tú mi camino,
en vuestra voluntad guía mis pies
y si me llamas obrero de vuestra mies
sea ese mi hado y destino.
Pues si así me amaste en la Cruz
Cuán amante es quien te envía,
a Ti, a semejante porfía,
Dios de Dios y Luz de Luz.
Y ya que por mí abrazaste el madero
siendo mi pecado el que te hiere,
diga mi Señor lo que quiere
que, en el corazón, yo lo prefiero.
Jesús:
Tal es mi amor como delirio,
que por ti he muerto
y, no cediendo al mal en el huerto,
acepté el inmerecido martirio.
Mas aquí no acaba la encomienda
que con mi encarnación comencé;
por la gracia que muriendo te alcancé
pídote vuestro corazón como tienda.
Corazón que Yo prefiero
como sagrario y morada
después de dejar abandonada
la tumba de mi entierro.
Aquel día que bajé a la fosa
para liberar con mérito eterno
a los justos de aquel infierno
para entrar en mi patria gloriosa.
Pues ellos aún sin conocerme
alabáronme por lo ya anunciado,
sin saberme ya enviado,
antes de Adán ofenderme.
Ahora tú que conoces mi alianza
y que, para mí, libre te quiero,
anuncia que es el Dios verdadero
por quien ha resucitado tu esperanza.
Comments