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El Mundo Necesita más Pelayos

Actualizado: 28 may

El Islam se ha convertido en la segunda religión en Europa, miles de musulmanes transitan libremente las calles del continente europeo. Lo que antes fue combatido, ahora es permitido y ya en Europa ni hay fe, ni hay patria.



Por Marie Farynaz


La situación de pobreza y la guerra que se vive en los países musulmanes han motivado la inmigración pacífica a varios países de Europa, con la venia de los gobiernos, siendo Siria el principal país de origen y Alemania el de principal destino. De acuerdo a las investigaciones del Pew Research Center se estima que 3.7 millones de musulmanes emigraron a Europa en la década anterior. 


De esta forma, el Islam se ha convertido en la segunda religión en cuanto al número de seguidores en Europa. Entre la migración, el nacimiento de hijos de musulmanes en Europa y la conversión al islam, el número de mahometanos y la  amenaza que representan al mundo católico seguirá creciendo. ¿Qué pensaría Pelayo y el resto de los soldados que arriesgaron la vida por defender su fe y a su patria en otro tiempo?


La influencia islámica fue considerada antes un peligro. El año 722 fue un tiempo muy oscuro para España. Había sido invadida por los musulmanes que por su odio a la Fe eran terriblemente agresivos. Desde la Batalla de Guadalete los musulmanes habían logrado conquistar muchas partes de  España.  Este año, sin embargo, fue crucial para la cristiandad y en sus páginas registró una gran victoria de los cristianos del norte de España sobre sus invasores. Este gran triunfo se logró bajo el liderazgo de un valiente español llamado Don Pelayo. 


Se trataba de un soldado que, a pesar de que su rey murió en la Batalla de Guadalete y él mismo fue capturado, logró escapar en 718 a la Cordillera Cantábrica, donde pronto se le unieron varios cientos de cristianos. Estos hombres eran valientes creyentes que, como él, perseveraron en la resistencia a la amenaza musulmana.


En la primavera del año 722, miles de moros, bajo el mando de su general Al Qama, llegaron para aplastar a Pelayo y sus seguidores, pues los musulmanes reconocieron la amenaza que este pequeño contingente representaba para el dominio musulmán de todos los reinos españoles. Los seguidores de Pelayo empezaron a rezar día y noche a la Santísima Virgen María para que les concediera la victoria. 


Los musulmanes por su parte querían disuadirlos para rendirse, pero Pelayo y sus 300 hombres estaban firmes y se preparaban en el Monte Auseva para este gran ataque. Incluso un obispo renegado llamado Oppas, le habló a Pelayo de los beneficios que obtendría si se rendía a los musulmanes y vivía bajo su dominio; sin embargo el soldado no flaqueó en su determinación de combatir a los infieles y respondió:  ‘Cristo es nuestra esperanza; que por este pequeño montículo que ves, sea España salvada y reparado el ejército de los go­dos.”


Al día siguiente, siendo el 28 de mayo del año 722 comenzó el ataque musulmán contra el ejército de Pelayo, los moros lanzaron una lluvia de piedras y flechas contra los cristianos; sin embargo, las flechas y las piedras volvieron a caer sobre los moros matando a muchos de ellos. Pelayo y sus hombres lanzaron entonces rocas pesadas, las cuales aniquilaron a muchos infieles. 


Aunque muchos huyeron inicialmente, los musulmanes se reagruparon y lanzaron un segundo asalto contra los españoles, pero no solo fueron bombardeados de nuevo por rocas, sino que también se desató una tormenta eléctrica que hizo que las rocas que los moros intentaban escalar se volvieran peligrosamente resbaladizas. A medida que la tormenta continuaba, desprendió las rocas de la montaña que se precipitaron sobre los musulmanes. A pesar de tantas bajas en sus filas, aún había tantos moros que la derrota en el monte Auseva parecía inevitable para el ejército de Pelayo.


Al día siguiente, mientras Pelayo y sus hombres rezaban en la cueva llamada Covadonga, Nuestra Señora se apareció a Pelayo sin decir una palabra, pero su presencia y la imagen que dejó tras desaparecer lo inspiró. Con renovado ánimo, Pelayo y su ejército salieron corriendo de la cueva y se lanzaron sobre los infieles con tal pasión, que los moros fueron derrotados por completo. Los españoles atribuyeron la victoria a la intervención de la Madre de Dios; Al Qama fue asesinado y muchos de los musulmanes que huyeron de la batalla murieron cuando una ladera se desgajó y cayó sobre ellos.


Los valientes hombres de Pelayo obtuvieron el triunfo  a pesar de las grandes adversidades, y su victoria, atribuída a la intervención divina, tuvo consecuencias trascendentales ya que inspirados por el triunfo de Covadonga, otros españoles cristianos perseveraron en la resistencia a los infieles. Pelayo construyó el Reino de Asturias, el primer núcleo cristiano importante; posteriormente, los españoles formaron y expandieron varios otros reinos católicos, principalmente, el Reino de León, el Reino de Castilla, el Reino de Aragón, el Reino de Navarra, y el Reino de Portugal. 


De este modo, la Edad Media en la península ibérica fue un período de formación y expansión de reinos cristianos y, durante más de 700 años, los cristianos de estos reinos siguieron luchando contra el dominio musulmán. La Reconquista que Pelayo había comenzado en 722 perduró hasta que todos los musulmanes fueron expulsados de España en 1492. Los Reyes Católicos crearon una monarquía fuerte en España y enviaron misioneros que convertirían a toda América Central y del Sur, y partes de América del Norte. 


Los "treinta asnos salvajes", como se refieren las crónicas de los musulmanes a Pelayo y sus soldados, sin duda, fueron la salvación de España y desempeñaron un papel fundamental en la preservación de la cristiandad para las generaciones venideras.


Conviene recordar esta historia en estos tiempos en que los musulmanes están ocupando España y otros países de Europa, aunque ahora pacíficamente; conviene recordarlo ahora que España ha apostatado de la fe y que en América, tal como en algún momento lo hicieron los judíos, se está rechazando a Jesucristo. El mundo necesita más Pelayos, más hombres valientes con una fe firme que contagien con su amor a la Santísima Virgen María, hombres que amen a su patria y que tengan puestas sus esperanzas en Cristo. Hombres que recen, que estén dispuestos a dar su vida por Dios y que quieran poner el nombre de su Hijo por todo lo alto, que por amor a Él salven naciones según Su querer e instauren el reinado de Cristo en todos los pueblos.



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