Un Matrimonio en Busca de la Santidad
- Claudia Ortiz
- 1 feb
- 9 Min. de lectura
Actualizado: 3 feb
La historia de unos recién casados que han encontrado la clave para vivir un matrimonio santo y que por la Providencia de Dios, ya están esperando bebé. (Primera parte)

Por Claudia Ortiz
La caridad, la disposición de donarse o sacrificarse por el otro, la fidelidad y unión del esposo a Dios, los planes y la providencia de Dios y la maravillosa noticia de un bebé en camino, son algunas de las cosas que han marcado los primeros meses del matrimonio de Luz María (Lucy) Guzmán y Luis Ángel Ramírez.
Se casaron el 28 de Septiembre de 2024 en el templo de Nuestra Señora del Pilar bajo el rito Tridentino custodiado por la Fraternidad Sacerdotal San Pedro por encomienda de San Juan Pablo II; y además de prepararse por su cuenta, contaron también con una gran ayuda sobre lo que es el matrimonio y cómo debe vivirse, durante las pláticas prematrimoniales.
A pesar de tener tan pocos meses de matrimonio, han dado con la clave para salir adelante: La caridad ante todo y muchos otros detalles que pueden ayudar a otras parejas próximas a casarse o incluso a quienes ya estén casados y no contaron con la formación adecuada oportunamente.
Dar la vida por el otro
Sobre su experiencia en el matrimonio, Lucy dijo que les ayudó mucho el haberse hablado con honestidad durante el noviazgo. “Ni mentirle al otro, ni mentirse a sí mismo, porque irremediablemente todo lo que no se dice en el noviazgo va a salir en el matrimonio.”
La formación que tomaron juntos y la honestidad les ayudó a no toparse con malas sorpresas a la hora de casarse, cosa que la gente suele advertir, como lo hicieron con ellos. Cuando se enteraron de que se iban a casar, algunas personas le dijeron a Lucy: “¿en qué te vas a meter?”, “Y es que deja que te cases y al mes vas a ver quién realmente es”, y otros comentarios que dejaban ver al esposo como alguien de quien se debía cuidar; cuando es todo lo contrario, él ahora se ocupará de ella y la protegerá.
“A mí me parece que eso está totalmente equivocado y en la experiencia del matrimonio me he dado cuenta que de lo que la gente realmente se queja, es de la falta de caridad, del ejercicio de la caridad. Entonces yo creo que todas las personas, independiente del estado de vida al que aspiren, tienen que formarse en las virtudes, especialmente en la caridad, porque al final siempre va a ser eso, negarse un poco a sí mismo para poder darle al otro lo mejor. Y en la caridad es donde se encuentra la verdadera felicidad, en negarse a uno mismo para darle al otro lo mejor, lo mejor de sí. Yo creo que eso es el matrimonio: darse al otro, dar la vida por el otro y desgastarse por el otro; es lo que Dios quiere de nosotros y lo que hace que un matrimonio sea bonito, llevadero y santo”, agregó Lucy.
Hizo hincapié en que al final de cuentas vivir en esta clave de donación es una exigencia del cristiano, no es algo exclusivo del matrimonio, por ello ése “desgastarse por el otro” ella lo vivió desde el noviazgo y ahora en el matrimonio, dijo, compartiendo sus cosas, modificando la rutina, “a mí personalmente me costó trabajo el tener que levantarme temprano porque soy muy dormilona, entonces de soltera, cuando vivía en la casa de mis papás, me levantaba a la hora que yo quería”; pero con la ayuda de Dios, las renuncias o exigencias que le ha representado el matrimonio, las ha atendido con mucho amor y disposición.
El matrimonio, ¿es agotador?
Respecto a los consejos y comentarios desafortunados sobre el matrimonio que les hicieron algunas personas, Luis Ángel comentó que la gente no se da cuenta de que no viven el matrimonio como Dios quiere.
“La gente entra al matrimonio con un concepto de felicidad y lo que les choca es que no se cumple su concepto de felicidad, y por eso tachan al matrimonio de difícil. ¡Y claro que es difícil, pero no es difícil por eso, es difícil por otras cosas.”
Consideró que las personas deben ser honestas y tener claro que Nuestro Señor Jesucristo instituyó el Sacramento del Matrimonio para hacer lo que Dios quiere, no lo que cada uno quiera.
“Ninguna esposa debe esperar que su esposo, o viceversa, sea perfecto y cumpla o llene el amor que solamente Dios llena. El problema es cuando le queremos pedir al cónyuge algo para lo que no está hecho y como no me lo puede dar, me decepciona”, señaló Luis Ángel.
Es sorprendente, dijo, que las personas no puedan tener caridad con su pareja aunque ellos mismos las eligieron; siendo que el matrimonio es un constante salir de ti, olvidarte de ti y no estar dispuesto a ello “se va a ver reflejado en el transcurso del matrimonio en diferentes cosas, desde no querer invertir todo mi dinero en mi esposa y en mi familia, desde preferir a mis amigos que a mi esposa, desde preferir a mi familia de origen que a mi esposa; ese tipo de cositas que en el fondo reflejan un no querer salir de mí.” En cambio, donarse, salir de ti, “no es una falta de amor propio, no es una negación de ti mismo, ¡no! es saber que vas a ser feliz y santo si te olvidas de ti para entregarte al otro. Y es difícil, es muy difícil y genera dificultades cuando las personas desde su soltería no saben salir de sí.”
En ese desgastarse por el otro, cuando se hace con generosidad, “la voluntad de Dios es muy descarada -comentó Luis Ángel- cuando me despierto y me pregunto ¿qué quiere Dios para mí? volteo, veo a mi esposa y ya sé lo que quiere, no ocupo hacerme tonto, ni esperar a que se baje de la Cruz, ni que me abra una galleta de la suerte; no ocupo nada de eso, cuando yo decidí casarme y ver las exigencias y decir sí quiero, ya sé lo que tengo que hacer y cuando uno se entrega a eso, Dios es muy providente, es descaradamente providente y su voluntad se ve descaradamente declarada, es algo que en el matrimonio me ha traído muchísima paz, el saber, viendo a mi esposa, viendo el sí que yo dí, ya sé lo que Dios quiere de mí, no ocupo hacerme invenciones mentales para irme de misiones a África…”
Además, por la donación mutua ambos se santifican. Así lo explica Luis Ángel: “Mi experiencia en el matrimonio ha sido ésa, desgastante, sí; pero por eso mismo santificante. No voy a negar que es difícil el simple hecho de a veces decir ‘ando bien cansado pero tengo que ir a trabajar’, y uno voltea a ver a la esposa y dice ‘está pesado, pero quiero hacerlo’. No le voy a quitar el sufrimiento que implica porque tampoco voy a mentir, pero al menos uno lo hace con un amor y una devoción diferente.”
La Providencia de Dios
La primera fecha para la boda que habían elegido los novios fue el 26 de Octubre. El plan incluía que Lucy se mudara a Guadalajara meses previos para encontrar trabajo, pero a sus papás no les gustó la idea. Ellos lo platicaron y decidieron tomar en cuenta la opinión de los papás de Lucy, y movieron la fecha de la boda para Agosto, pero la sorpresiva muerte del papá de Lucy los hizo recorrer la fecha un tiempo más.
Finalmente se casaron en Septiembre y todo lo que vivieron para que llegara este día, les ayudó a abandonarse en la providencia de Dios, “porque el matrimonio -expuso Luis Ángel- aunque sea de nosotros dos, es primero de Cristo. Y necesita que nos abandonemos para cumplir la voluntad de Él en el matrimonio, no la nuestra. En ese sentido fue providencial, pese a que no fuera tan grato, más que por el posponerlo, por las razones que eran delicadas por el fallecimiento de mi suegro.”
Después de aceptar con paz la recomendación de los papás de Lucy, de vivir abandonados en Dios la pérdida repentina de su papá, Su mano providente no escatimó las bendiciones. Lucy encontró rápidamente un empleo y además algo que le gusta hacer.
Es maestra de Música, Poesía y Formación Integral en el programa Sedes Sapientiae de la FSSP en Guadalajara. “Y la verdad es que para mí es el trabajo de mis sueños. Ni siquiera lo siento como trabajo. A mí me fascina educar, me encantan los niños, me encantan los adolescentes y yo soy feliz viviendo así”, contó Lucy.
“Pero lo que me encanta es que yo ahí veo muy clara la providencia de Dios porque yo estudié Educación Familiar y siempre quise desempeñar mi carrera en algo en lo que no tuviera que poner en riesgo ni mis valores, ni mi moral, ni mi religión.” Además en este trabajo encontró una verdadera comunidad católica, por lo que la experiencia resulta una gran bendición, no sólo por el ingreso económico, sino por la comunión entre lo que se cree y se hace.
Y la cereza del pastel: Un bebé en camino
Recibieron la noticia de su embarazo el día del Dulce nombre de Jesús, tenían entonces 5 semanas y tras saber del bebé en camino, su vida ha sido otra.
Un mes antes ya había habido un retraso, pero la prueba salió negativa y si bien no les afectó, sí hubo una especie de tristeza porque ellos ya anhelaban un hijo.
Posteriormente, la noticia esperada llegó como más accidental, fue como si no quisieran poner en ello todas sus esperanzas. Luis Ángel contó lo que ocurrió cuando hubo nueve días de retraso y Lucy se hizo nuevamente una prueba:
Va al cuarto y se asoma y me dice:
-Salió positiva.
Y yo volví la cabeza y le digo: ¡No es cierto!
-En serio salió positiva, le insistió Lucy.
Y yo me empecé como enojar y le dije:
-Con eso no bromees.
-En serio que salió positiva.
-¿En serio?, contestó un Luis Ángel entre felicidad y todavía incredulidad.
-¡Ven a ver!.
Y por supuesto fue a verlo con sus propios ojos. En este momento de la historia se le quebró la voz para reconocer que “ése segundo en el me doy cuenta que voy a ser el papá, es un parteaguas existencial y sobrenatural en el que ya uno no puede ser el mismo.”
La vocación de la paternidad
Desde antes de casarse, Luis Ángel tenía el anhelo de ser papá y de hecho, fue uno de los temas que le ayudó a discernir su vocación después de cinco años en el Seminario Diocesano de Guadalajara.
“Entonces, cuando todo va tomando forma con Lucy, una de las cosas que me hizo elegirla fue que antes de saber si podía ser mi esposa, yo me di cuenta que la quería para madre de mis hijos. Si yo la puedo querer como madre de mis hijos, la puedo querer para mi esposa fácilmente.”
De hecho el tema de los hijos, visto como católicos, es una gran bendición y por lo tanto, fue uno de los asuntos que ninguno estaba dispuesto a ceder desde que eran novios, y en el que coincidieron: “Los que Dios quiera, cuando Dios quiera, como Dios quiera. Si Él invita, Él paga ¿no?”, comentó Luis Ángel.
Hay cosas que a uno en la vida lo van marcando…
“Mi conversión, la entrada al Seminario, la salida del Seminario, elegir a Lucy, todo lo que es Lucy en mi vida y saber que está embarazada”, dijo Ángel que son las cosas que le han marcado en la vida, pero distinguió la sin igual experiencia de saber que será papá, cuando estuvo cinco años en el Seminario, “pero un segundo en el que me enteré que iba a ser papá, me marcó igual o más que esos cinco años.” Desde ese momento no deja de pensar en que va a ser papá y de que debe formar a su hijo, “de verdad que siento que no soy el mismo. Me reconozco diferente, veo diferente a Lucy, ella me ve diferente”, compartió.
En el libro “Son tres los que se casan”, que habían leído juntos y que citaron también en las pláticas prematrimoniales, comprendieron que la procreación es una figuración de la encarnación de Cristo, no sólo en el vientre de María, sino en la Eucaristía misma. Porque es el fruto encarnado del amor, explicó Luis Ángel.
Dice Fulton Sheen, “ya no es tu amor y mi amor, es nuestro amor”. En el momento de recibir la noticia, entonces, llegó a su mente el que su vínculo matrimonial ya se hizo visible, ya tomó carne.
“En ese momento en que me dice ‘es positiva’, y la veo y digo, ¡voy a ser papá! se me vino como un tobogán de emociones, pero se me vino en la cabeza nuestro amor encarnado. Y no fue algo que pensara después, es que en ese momento fue así como, todo se me vino y dije, ¡wow!. O sea, fue una experiencia así intelectual, emocional, psicológica y espiritual, así intensa y creo que es lo que hace que ya no sea uno el mismo. Es decir, ya se encarnó nuestro amor. ¡Cristo me está participando de su encarnación, por medio de esta encarnación!”
El hombre unido a Cristo y Su Iglesia
Finalmente Luis Ángel compartió la lección más importante en la experiencia matrimonial: ”no puedo ser un buen esposo si primero no soy un buen hijo de Dios”, e hizo referencia al tema de la piedad, erróneamente considerada “cosa de mujeres”.
Aunque cueste trabajo asimilarlo, dijo, “un hombre que reza, un hombre piadoso, un hombre amoroso, es buen esposo y buen padre.. y si el hombre se hace viril en su disciplina de oración y de ascesis, fortalece muchísimo el matrimonio.”
Lo que ha experimentado es que después de su oración, de su comunión, su espíritu está en paz y estable, y es eso mismo lo que le transmite a su esposa. Y finalmente puntualizó: “No puedo amar bien a mi esposa si no amo bien a Dios”.
Dios los haga muy santos.
Bendito testimonio Gracias por compartirlo Dios les bendiga
(Espero las otras partes jeje)