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¿Sabes si Cooperas con el mal?

Actualizado: 7 oct 2024

De acuerdo a la Tradición moral, hay nueve formas en las que una persona coopera con el mal, sin importar si ha cometido directamente el pecado. Es necesario un sincero arrepentimiento para alcanzar la salvación.



P. Jorge Hidalgo

 

Nuestro Señor Jesucristo llama en el evangelio a evitar el escándalo. “Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.” (Mc 9, 42) Pero ¿por qué el castigo es tan grave? Porque el escándalo asesina el alma de la persona. 


Desarrollemos entonces qué cosas podrían ser un escándalo. Cuando se habla de escándalo se dice en hebreo que se es “piedra de tropiezo”. El escándalo que los fariseos sintieron por las palabras de Cristo, por ejemplo, no era pecado, porque Él no obraba el mal. Ese tipo de escándalo se llama escándalo farisaico y no es pecado de quien lo provoca, pues no obra malamente.


En otro ejemplo del mismo caso, es posible que se señale a otra persona una verdad y que a ésta le moleste, probablemente porque tiene conciencia de su mal actuar, pero quien hace el señalamiento no actúa mal, no cae en pecado, siempre que lo haga en los modos adecuados. Es justamente la razón por la que nuestro Señor Jesucristo fue condenado a muerte.


¿Cuál es entonces, el escándalo que sí hay que evitar? El que se refiere a matar el alma de la persona. Es decir, cuando yo, con mi comportamiento o con mi modo de actuar o de hablar, estoy guiando hacia el mal a otras personas, de tal forma que las hago pecar.


Es común que se escuche decir, “pero si todo el mundo hace, todo el mundo mete la mano en la lata, todo el mundo publica videos sucios, todo el mundo se queda con algo en determinados puestos de trabajo, todo el mundo vive en unión libre, etc.”, entonces, como todo el mundo lo hace, lo hago yo también.


Una nota importante en este tipo de escándalo que mata el alma es que entre más responsabilidad o autoridad tenga la persona que lo comete, es más culpable por haberlo ocasionado. Si por ejemplo, se viera a un sacerdote alcoholizado, estaría de alguna manera promoviendo el mal, pues no va a faltar quien diga: “Si el Padre lo hace, entonces se puede tomar en exceso.”


El mismo ejemplo se aplica a los padres de familia, que tienen autoridad con los hijos, o las autoridades civiles o de cualquier otra naturaleza, con sus subordinados. Alguien podría decir, “bueno, pero lo que hagan o no… ¡es su vida privada!” Pero no, porque para un cristiano no hay diferencia entre la vida pública y la vida privada: toda persona debe dar testimonio de Cristo en todo momento. Lo contrario sería inducir al mal a las almas.

 

No cooperes con el mal 


Para evitar el escándalo, no cooperes con el mal, eso es lo que quiere enseñar Nuestro Señor Jesucristo cuando dice: “Si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo porque más te vale entrar en la vida cojo que con tus dos pies ser arrojado a la gehenna…” (Mc 9, 45). Es decir, en ningún momento, por ningún motivo, cooperes con el mal, antes prívate de tus manos, de tus pies…


De acuerdo a la tradición moral, si tú participas de alguna manera con algo que es pecado, estás cooperando con el mal porque estás siendo cómplice de alguna de las nueve siguientes maneras: iussio, consilium, consenssus, palpo, recursus, participans, mutus, non obstans, non manifestans.


Iussio: mandar. Por ejemplo, si yo mando matar a otra persona, soy culpable de asesinato, aunque jamás haya usado un arma.


Consilium: aconsejar. Algunos ejemplos en este caso podrían ser cuando los amigos aconsejan un divorcio, solo porque la persona ya no se siente “feliz” o siente que ya no “ama” a su esposo; cuando se aconseja un aborto, “porque la persona es tan joven, porque tiene toda la vida por delante…”, “todo el mundo lo hace”, se dice.


Consenssus: consentir. Ejemplos de esta forma de cooperación al mal podrían ser cuando los papás que consienten que sus hijos dejen de ir a Misa, que convivan con sus novios antes del sacramento del matrimonio, que se enteran que su hija sale con un hombre casado, que ven el amaneramiento que está adoptando el hijo y que le hace ver femenino pero no intervienen, también están los papás que callan sobre la forma de vestir de sus hijas, etc. Los amigos también pueden ser cooperadores del mal cuando están de acuerdo en que alguno de ellos haga bullying a otro, aunque no hayan hecho nada; cuando se ponen a grabar con el celular la paliza que le dan a alguien, lo que desgraciadamente hoy se estila.

 

Palpo: alabar. Desgraciadamente hay muchos ejemplos para esta cooperación con el mal. Entre lo más popular están las amigas que alaban a una que se decide a divorciarse, hay incluso fiestas por divorcio. Están los que elogian a una mujer por su vestido completamente inmodesto que causará pensamientos lujuriosos en más de alguno, o el joven que celebra a un amigo porque perdió la virginidad, los que aplauden a una pareja por su matrimonio civil, tras el cual, se irán a vivir juntos. Incluso cuando uno celebra que a alguien le pasó algo malo, aunque no haya hecho nada para ello, por alabar el mal que le pasa a otra persona está cooperando con ello.


Recursus: dar los medios para… En el caso de un aborto, puede ser un padre de familia o el novio que da el dinero para que la mujer embarazada lo practique; o los papás que le den dinero a su hijo para un cambio de género, los que dan dinero a sus hijos para que se compren droga y los dejen de molestar; los papás que dan un auto a sus hijos cuando no tienen ni el más mínimo grado de responsabilidad e incluso los papás que les dan un celular o tablet a sus hijos pequeños para entretenerlos o también para que no los molesten. Están también los papás que les hacen regalos a sus hijos -o que incluso les ponen casa- para que se vayan a vivir con el novio.


Participans: participar. Aquí están los ejemplos lógicos de participar en un robo, en un asesinato, pero hay otros en los que caen muchos católicos, por ejemplo participar en la fiesta por un divorcio, o participar en una fiesta, como lamentablemente se usa ahora, que siempre sea pecaminosa, tal como participar en una “boda” entre homosexuales, porque se irán a vivir juntos y vivirán en pecado. Se puede participar en un fraude, en robar un examen o en un secuestro. Un tema u otro tiene una mayor o menor gravedad, pero al final se es cómplice del mal.


Los tres últimos son mutus, non obstans, non manifestans: y corresponden al silencio antes, durante y después, respectivamente, de cualquier hecho. Por ejemplo sabes que alguien vive en pecado y no le haces ver su error, que le es infiel a su esposa, que cometió un robo, que hizo un fraude en la empresa y no lo denuncias. Habría que incluir aquí cuando no se corrige al que yerra, teniendo fundamentos para hacerlo.


Podrías haberte salvado y no lo hiciste


Es importante para un cristiano tener presente lo anterior porque no podemos cooperar con el mal de ninguna forma, de hecho lo expresamos así en el acto de contrición cuando nos ofrecemos: propongo firmemente evitar todas las ocasiones de pecado, y rezamos esto por lo menos cada vez que nos confesamos.

 

Si no existe este propósito, la confesión puede llegar a ser inválida, por eso es necesario tener la intención de cambiar y evitar el pecado, evitar cualquier cooperación con el mal, por eso es necesario hacernos violencia interior. No mutilarnos los pies, manos u ojos (que eso Dios no lo quiere), sino hacer algún sacrificio o penitencia para no caer en cualquier cosa que me esté inclinando hacia el pecado.


Porque si hay una cooperación con el mal, si morimos en pecado mortal, si no hay arrepentimiento, iremos a la gehena, al fuego inextinguible donde el gusano no muere y el fuego no se apaga, es decir la condenación eterna, en donde el gusano es la conciencia que dice continuamente a los que se condenan, “tú estás aquí por tu culpa, porque podrías haberte salvado y no lo hiciste.”


Pidamos a Nuestro Señor la gracia de darnos cuenta que Dios nos ha dado muchos medios para nuestra salvación. Pidamos la gracia de ser fieles, de evitar las tentaciones, de consultar las cosas del alma cuando no las sepamos.


Tenemos que pedirle también al Señor evitar ser motivo del escándalo y darnos cuenta que el hecho de que habitualmente se realicen cosas que moralmente están mal, no quiere decir que sea la voluntad de Dios y que por hacerlas, no se le esté ofendiendo; por ello debemos pedir no cooperar más con el mal, sino que lo combatamos con todas nuestras fuerzas y nos arrepintamos sinceramente de todo lo que ofende a nuestro Señor. Aunque antes hayamos cometido muchos errores en esta vida, la gracia de Dios puede sanarnos y puede transformar nuestra alma para que amemos a Dios con todo el corazón y con todas las fuerzas.


La Virgen Santísima, Nuestra Señora, nos conceda la gracia de amar como Dios ama, de tener siempre los sentimientos de Cristo, para que así también pasemos de esta vida, de la lucha contra nosotros mismos, a verlo a Dios cara a cara en el Cielo.


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