Que el Sagrado Corazón Reine en Nuestro Hogar

Que nuestra devoción al Sagrado Corazón de Jesús sea precisa, concreta y dirigida hacia la Eucaristía, donde Jesús habita real y verdaderamente entre nosotros con un corazón desbordante de amor.

Por María de la O.

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús debe ser privada y pública, individual y social, pues se extiende a todos los hombres. La vida del hombre es privada e individual, no correspondería a las invitaciones particulares de la Divina Providencia, tanto en el orden natural como en el orden sobrenatural, si no hubiera diferencia en las personas al darles una formación propia. 

El que recibe gracias interiores debe tener una iniciativa religiosa, si le faltase, dejaría ver que su religión es sólo aparente, puramente exterior incapaz de inflamar su corazón y santificar su voluntad. Si la piedad no fuera social, faltaría el apoyo tan útil para unos, tan indispensable para los otros de la acción en común.

Por tal motivo, es deber de todo católico el desarrollo de la caridad fraterna enseñada por Cristo y el medio más seguro de atraer, moralizar y llevar a las almas a Dios por medio de la bondad y prestando ayuda a sus necesidades materiales, llegando poco a poco al convencimiento de lo verdaderamente importante, que son las necesidades espirituales.

Es urgente promover la devoción al Sagrado Corazón que convierte y santifica, haciendo resonar por todas partes la palabra inolvidable de Jesús a Santa Margarita María: “He aquí este corazón que tanto ha amado a los hombres”. Que nuestra propia devoción al Sagrado Corazón de Jesús sea precisa, concreta y dirigida hacia la Eucaristía, donde Jesús habita real y verdaderamente entre nosotros con un corazón desbordante de amor, para que mirándonos a nosotros, otros sientan el llamado a este Amor.

Procuremos que todos vuelvan hacia el Tabernáculo donde mora Jesús.

El culto al Corazón de Jesús prepara a Jesús Rey el trono glorioso que le ha sido destinado en todas las naciones que son su herencia. Entre la sociedad pública y el individuo se coloca la sociedad doméstica, la familia. En la Iglesia la sociedad pública se transforma en sociedad civil y religiosa.

La consagración de las familias al Sagrado Corazón de Jesús y la entronización en los hogares, aseguran a esta gran devoción una forma semi social. Pertenece a la sociedad religiosa dar a la devoción al Sagrado Corazón la expresión más completa y más alta en su aspecto social.

La Iglesia Católica reúne a los fieles en manifestaciones grandiosas. Los cristianos del mundo entero fueron convocados por el Papa León XIII a la Consagración del género humano al Sagrado Corazón y ese acto recuerda los títulos de Jesucristo como Rey Universal. Cada año por orden del Santo Papa Pío X, esta consagración se renueva en todas las Iglesias donde se les tributa culto. (S.C. R. decreto del 22 de Agosto de 1906).

Los Congresos Eucarísticos son otras tantas incomparables manifestaciones sociales en honor del Sagrado Corazón de Jesús que es glorificado por el principal beneficio recibido de su amor. También el culto social se manifiesta en las innumerables Basílicas que se levantan en su honor y que desde lo alto parecen dominar sobre las capitales del mundo entero. Según nuestros recursos, nuestra inteligencia y nuestra voluntad debemos tomar parte en esas demostraciones públicas y trabajar para que se perpetúen en medio de la inestabilidad de todas las cosas humanas.

Estas consideraciones deben inflamar nuestros corazones y avivar nuestros esfuerzos para que el reino de Cristo y de Nuestra Madre Santísima y patrona se extienda en todos los hogares mexicanos y que la devoción y confianza en María sea sincera, confiada y amante, ya que Ella con tanta bondad no ha hecho cosa igual con ninguna otra nación.