El Matrimonio Bajo Ataque
- P. Jorge Hidalgo
- 11 oct 2024
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 14 oct 2024
El mundo dirige muchos ataques para acabar con el matrimonio porque éste debe ser reflejo del amor entre Cristo y su Iglesia. Esposos, cuiden la gracia y recen juntos el Santo Rosario para resistir.

P. Jorge Hidalgo
“La gracia perfecciona la naturaleza” decía Santo Tomás de Aquino, y esto queda claro en el matrimonio, que antes de ser instituido por Nuestro Señor Jesucristo como sacramento, fue establecido por Dios en la ley natural y sobrenatural.
El matrimonio natural, tal como Dios lo creó
Aunque hoy el mundo apruebe leyes para permitir supuestos matrimonios entre dos personas del mismo sexo o incluso aprueben que una persona se case con un perro o con su árbol, eso no es posible, el matrimonio natural como Dios lo creó es entre un varón y una mujer, cualquier otra cosa que sea diferente no es matrimonio y es necesario volver al plan original creado por Dios. Esto rige para toda la humanidad, pero especialmente para todos los católicos.
Ni siquiera entre los pueblos más bárbaros, más bestias o de costumbres más rudas, se les hubiera ocurrido llamar matrimonio a la unión entre dos personas del mismo sexo, eso no es matrimonio porque anatómicamente, genéticamente, psicológicamente es imposible. Además entre dos personas del mismo sexo, no hay oficio de la madre (lo que literalmente quiere decir la palabra matrimonio en latín: matris munus), si no hay también un padre.
Incluso la Iglesia católica ha definido el matrimonio en el orden natural como un contrato, porque cuando se habla de un término de este tipo se establece sobre una relación de justicia que no es tangible, en este caso se refiere a la entrega mutua del esposo y la esposa, que se entregan en cuerpo y alma, lo que se llama ius ad corpus (el derecho al cuerpo), que implica toda la personalidad. Por esta razón las personas no son desechables, es decir “hoy las uso y mañana las cambio”, con lo que se establece las propiedades que tiene el matrimonio: la unidad y la indisolubilidad. Es importante aclarar a los que creen que en el pseudo matrimonio homosexual también existe el ius ad corpus, que la complementariedad existe sólo en la diferencia sexual.
La dignidad de la mujer restaurada por la Iglesia
De acuerdo a la explicación de los preceptos morales de Santo Tomás de Aquino, era injusta la ley que permitía al hombre repudiar a su mujer, mientras que la mujer no podía repudiar al varón, según la ley mosaica; establecía una diferencia en la dignidad personal ontológica entre el varón y la mujer, pero se trataba de leyes dictadas por la dureza del corazón de los hombres, porque el mundo pagano era evidentemente muy cruel. Allí el hombre podía usar a su mujer como si fuera una esclava y la podía golpear, maltratar, hasta matarla si quería; y ni esto, ni el que el varón tenga cuatro mujeres (como en el mundo islámico), por ejemplo, es el querer de Dios.
Como dice la Sagrada Escritura, Cristo es el principio, el primogénito de toda creación. Es decir, desde como Dios pensó la creación y como Dios la restauró en Cristo, que hizo la nueva criatura, entonces no puede existir un matrimonio diferente al del matrimonio católico, pues “desde el principio (de la creación y en Jesucristo), Dios los hizo varón y mujer”.
Con la llegada de Jesucristo al mundo se ha restaurado toda la creación, de ahí que el hombre y la mujer tienen la misma dignidad. San Agustín lo explicaba partiendo de la base de que Dios formó a Eva de la costilla del varón, no la hizo desde la cabeza, como si la mujer tuviera más dignidad que el hombre; ni tampoco desde el pie, como si la mujer estuviera sometida al varón - en el mal sentido de la palabra sometida -, sino que la hizo de la costilla, es decir, los dos tienen la misma dignidad.
Por eso es que la iglesia le ha devuelto a la mujer su auténtica dignidad, la misma que su esposo, lo cual es todo lo contrario a lo que dice el discurso moderno.
La santificación de los esposos
Una vez aclarado el tema del matrimonio natural, que obliga a todo hombre; es importante observar que para los cristianos no existe otro matrimonio válido que no sea el sacramental.
Pero desgraciadamente la realidad es otra. En la actualidad es muy común que aún los católicos bautizados optan por la unión libre o por una boda exclusivamente civil, despreciando el sacramento del matrimonio; también es frecuente que aun habiendo contraído el matrimonio sacramental, los esposos se casen y se “descasen”.
Estos católicos ignoran que el matrimonio sacramental es una gracia muy importante, de hecho es una gracia fundamental porque la familia nace del matrimonio y es una bendición no solamente para papá y mamá, sino también para los hijos que llegarán después.
De acuerdo a la explicación de Santo Tomás de Aquino, un sacramento es un signum rei sacrae, ut sacrans, es decir, un signo de una realidad sensible que además santifica a los demás. Los cristianos entonces creemos que el matrimonio es un sacramento porque es un signo de una realidad invisible, que además es santificante. Es decir que después del sacramento del matrimonio, los esposos no pueden decir, “tú tu vida y yo la mía”, sino que así como se unieron en la tierra, tienen que luchar juntos para reunirse en el cielo, junto al altar de Dios.
El amor de Cristo y su Iglesia entre los esposos
Respecto a la realidad invisible del sacramento del matrimonio, ésta nos remite al amor que hay entre Cristo y su Iglesia, aunque esta unión es de sangre porque nace de la Cruz, según lo explica San Juan Crisóstomo, por lo tanto cada unión matrimonial tiene que ser un símbolo de la unión que hay entre Cristo y la Iglesia. ¿Qué hizo Cristo por la Iglesia? Murió por ella.
Entonces, ¿cuál es la vocación del varón en el matrimonio? Morir por su mujer cada día, incruenta o incluso físicamente, por ejemplo si entrara un agresor a su casa, es el varón el que tiene que salir a defender a su mujer y a sus hijos y estar dispuesto a dar la vida por su mujer cada día y cuando sea necesario, hacerlo de modo heroico si fuera preciso.
Por su parte la mujer, así como la Iglesia como esposa de Cristo existe por Él y no puede dedicarse por ejemplo a la ecología, porque sólo Cristo es su razón de ser; de igual forma la mujer tiene que ser para su esposo y si no, no tiene razón de ser.
Por eso es que si uno viera un matrimonio cristiano como debe ser, nos debería hacer pensar en Cristo y la Iglesia por el amor que existe entre ellos, que es el que debe existir en una unión matrimonial. Justamente por esto, por el amor que cada matrimonio podría reflejar, es por lo que esta institución está grandemente amenazada en el mundo moderno.
Quieren acabar con el matrimonio y la familia
Sor Lucía dos Santos, una de las tres pastorcitas videntes de las apariciones de la Santísima Virgen en Fátima, reveló que “la batalla final entre el Señor y el reino de Satanás será acerca del matrimonio y la familia.” Y esto se confirma con la ideología de género que promueve “matrimonios” entre personas del mismo sexo.
El matrimonio es amenazado también por la promoción del aborto y la anticoncepción, asegurando que “la familia pequeña vive mejor” y que “menos hijos para darles mucho”. El mundo se escandaliza, por ejemplo, cuando ven nuevamente a una esposa embarazada. “¡Uy, otra vez embarazada! ¡Qué macana! ¡Qué problema!”
Toda esta promoción que permea entre la sociedad es exactamente lo opuesto a lo que Dios quiere, a la bendición que da a un matrimonio en el sacramento, que sean fecundos, que tengan una familia numerosa. Además la familia es afectada por el desorden que promueve el mundo, en el que la educación de los hijos queda en manos de cualquiera, menos de los papás de los niños. Los educa el celular, la niñera, los abuelos, la maestra, el vecino, la televisión, los ahora “influencers”, que efectivamente influyen en los niños introduciendo una gran cantidad de basura a su cerebro.
Todo esto y mucho más amenaza grandemente al matrimonio y a la familia; y para resistir los ataques hay que vivir en estado de gracia y rezar juntos el Santo Rosario, para que el Señor les ayude a ser lo más fiel posible a lo que Dios pensó para el matrimonio y la familia.
El mismo Jesús quiso tener una familia en este mundo, la Sagrada Familia de Nazaret, y esto nos habla de que la familia es una realidad actual, por ello debemos pedir la gracia para no dejarnos contaminar con el espíritu del mundo, no contagiarnos con esa mentalidad, no aceptar las ideologías porque todos lo dicen o porque todos lo creen o todos lo hacen.
Esta misión no será fácil porque no dejarse llevar por lo que promueve el mundo es ir contracorriente, es luchar por el matrimonio y por la familia, tal como Dios lo ha pensado. Y para esta difícil tarea los esposos tienen la gracia sacramental, es decir la que Dios les confiere a través del sacramento del matrimonio, que no solo es para ellos, sin que redunda en bien de los hijos, para que sean una familia cristiana a ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret.
Hay que pedir al Señor y a la Santísima Virgen María que les conceda las gracias necesarias para ser matrimonio y la familia según el querer de Dios, que les conceda las gracias necesarias en los momentos de dificultad para no dejarse vencer por el mal.
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