El fin Último del Hombre es la Contemplación de Dios en la Eternidad
- P. Jorge Hidalgo
- 6 ago 2024
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El hombre ha sido creado para amar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y así salvar su alma, cualquier otra cosa, lo dejará insatisfecho

P. Jorge Hidalgo
El hombre está hecho para Dios, para la eternidad; dicho de otra manera, el hombre es un ser religioso y esto pertenece a la ley natural, está inscrito en el ordenamiento de las cosas y no puede ser de otra manera porque la ley natural no puede ser cambiada.
La ley escrita, llamada positiva, solamente tiene que decir cómo puede ser cada cosa, pero no puede ir en contra de la naturaleza. Por ejemplo, no se puede hacer una ley que diga: desde ahora el fuego no quema porque hay muchos incendios, sería una ley que iría en contra de la realidad.
Existe también una ley natural porque el hombre, aunque es libre, hay cosas que tiene que hacer necesariamente. Por ejemplo, obrar por un fin, buscar la felicidad, son cosas que nos confirman que estamos hechos para algo, o mejor dicho para Alguien. Por eso dice San Agustín: Nos hiciste Señor para Ti y nuestro corazón no alcanzará sosiego hasta que no descanse en Ti. Esta frase confirma el fin del hombre: nuestro fin es Dios.
La Verdad y el Bien
Pero para quien necesita otras pruebas sobre cuál es el fin del hombre, hablaré de nuestras facultades: la inteligencia y la voluntad. Por la inteligencia el hombre busca la verdad; incluso a nadie le gusta que lo engañen o le mientan. Esto quiere decir que el hombre está hecho para la verdad, y cuando el hombre miente se está contradiciendo a sí mismo.
Por la voluntad el hombre busca el bien. Está hecho para el bien y cuando no lo busca, sino que más bien busca el pecado, el pecado se quiere bajo la apariencia de bien. Porque, en ese caso, yo creo que eso que hago es bueno para mí, aunque esto sea un engaño.
Por lo tanto, el hombre está hecho para la verdad y para el bien. Pero nosotros sabemos que esa verdad máximamente Verdad, es Dios. Y sabemos que esa Verdad se ha hecho carne en Jesucristo. Por eso Cristo dijo que Él es el Camino, la Verdad y la Vida, y que es la Luz del mundo.
Y de la misma forma hay alguien que es el Bien por antonomasia, que es Dios mismo, porque todas las cosas son buenas por sí mismas pero también tienen parte, un reflejo, de Aquél que es el Bueno, que es Dios. Sólo Dios es bueno, le dice Jesús al joven rico, cuando le preguntó qué tenía que hacer para alcanzar la vida eterna.
Entonces, solo Dios es la Verdad y el Bien, y cada vez que nuestra inteligencia y nuestra voluntad buscan el bien y la verdad, definitivamente están buscando a Dios; en cambio, si el hombre busca otra cosa, opta por algo menor que quiere reemplazar a Dios.
Ideologías religiosas que quieren suplantar a Dios
El hombre siempre obra por un fin. Los fines intermedios se deben ordenar por otro fin. Por ejemplo, hoy me levanto para trabajar, pero lo hago para que mis hijos terminen la escuela, para cambiar el auto o para irme de viaje; el fin intermedio estará bien si se ordena a otra cosa más noble.
De aquí surge la pregunta, ¿para qué vivo yo? Hay gente que vive para el dinero, entonces vive juntando plata; hay gente que vive para el poder, porque le interesa siempre tener gente a su disposición; hay gente que vive para el placer o para la ciencia.
Sin embargo, dice San Ignacio, el hombre ha sido creado para amar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y así salvar su alma; entonces el único fin del hombre es Dios y todo lo demás lo dejará insatisfecho.
Incluso las personas más irreligiosas, que han luchado contra Dios, han tenido un espíritu religioso. Revisemos el caso de los ateos más grandes de la edad contemporánea -porque en realidad el ateísmo es un invento moderno-. Por ejemplo Marx, inventor del comunismo, decía que la religión es el opio del pueblo y que había que trabajar para hacer el paraíso del proletariado. Decía que no creía en Dios y luchaba contra Él, pero sin embargo usaba un lenguaje religioso, estaba adorando al Estado o a su concepción de hombre, y del trabajo. El cual era, en definitiva, un trabajo servil.
Pensemos por ejemplo en el filósofo alemán y también ateo Nietzsche, él decía: Dios ha muerto, ahora es necesario que el superhombre viva; esta propuesta sugiere la idea de un hombre divinizado, lo que también es un lenguaje religioso.
Otro ejemplo es el de Sartre, el filósofo francés del siglo pasado, quien decía que el hombre era una pasión inútil porque quería imitar a Dios; pero ¡Dios no existe!, concluía, entonces el hombre es un ser para la muerte. Sartre, sin embargo, se suicidó y junto con él muchos de sus alumnos en París; mientras que su pareja, Simone de Beauvoir, dio origen a la ideología de género.
Como se ve, el lenguaje de Marx, de Nietzsche y de Sartre (entre otros) es un lenguaje religioso, aunque invertido. Religioso porque subordinan a ese fin toda la existencia humana, y todo lo que se haga. El fin que ellos eligen, por supuesto, está mal elegido. Por eso su profunda insatisfacción. Por eso los hijos de Marx se murieron de hambre. Por eso Nietzsche terminó sus días en la locura. Por eso Sartre se suicidó. Por eso Simone de Beauvoir era como una especie de esclava sexual de su pareja.
Es que el hombre, si no cree en Dios, se termina autodestruyendo y eso es lo que hay detrás de toda la ideología de género y de todas las variantes que hoy el hombre está sufriendo. Se trata de una ideología atea, pero finalmente también religiosa, porque el hombre quiere acallar la necesidad que tiene de la Verdad y del Bien, pero termina autodestruyéndose y negándose a sí mismo.
Con base a estos ejemplos se puede comprender que, en el final de los tiempos, el gobierno mundial que se va a proponer va a ser religioso, pero va a ser invertido al orden correcto porque en vez de adorar a Dios, se va a adorar al demonio. Queda claro que el hombre es un ser religioso que no puede dejar de pensar que él no es el fin de sí mismo, sino que siempre tiene que ordenarse a Alguien superior, es decir a Dios; pero al caer en el engaño, a través de cualquier vertiente o ideología, puede caer en la confusión, tal como lo hicieron Adán y Eva, y adorar a Satanás.
Todo esto se confirmó en la inauguración de los juegos olímpicos en la que no se burlaron de los judíos, porque serían acusados de antisemitas. Tampoco se burlaron de los musulmanes, porque cuando la revista francesa Charlie Hebdo lo hizo hace muchos años mataron a los periodistas e hicieron explotar las instalaciones. Se burlaron de los católicos porque el demonio se quiere burlar de la verdadera religión, no de las falsas, las religiones falsas no le interesan.
Permanecer en estado de gracia
Debemos pedirle a Nuestro Señor que lo reconozcamos como nuestro único fin y que ordenemos los fines intermedios conforme al último, la eternidad, ya que es la única forma de cumplir el primer mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas.
En el orden que Dios ha pensado, el hombre religioso solamente cumple su fin si está confesado y en gracia de Dios. La gracia es la única forma de llegar al fin último. Por lo tanto, necesitamos la confesión, mantenernos en amistad con Dios y practicar nuestra fe en cualquier ámbito de nuestra vida, en lo privado y en lo público.
Que Dios nos conceda la gracia de no desfallecer en esta difícil misión en donde se involucran la inteligencia y la voluntad que se ordenan a Dios, pero en donde también tienen cabida las pasiones que tienden a oscurecer nuestra alma; y el que no controla sus pasiones, como dice el dicho: “el que no vive como piensa, termina pensando como vive”. De ahí que haya tanta gente indiferente a la verdad y a Dios, porque no quieren vivir conforme a la ley del Evangelio. Pidamos a la Santísima Virgen la gracia de que intentemos ordenar nuestra inteligencia y nuestra voluntad, que se sometan a Dios, que ordenemos nuestras pasiones, nuestros sentimientos, para que no ensombrezcan nuestra inteligencia.
Que el mundo no nos confunda y nuble nuestros ojos y nuestro corazón; que tengamos siempre la gracia de buscar ante todo el reino y la justicia de Dios, y de trabajar por el alimento que nos da la vida eterna, porque el hombre no está hecho para este mundo, sino solamente para Dios.
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