top of page

Conversión o Condenación

Actualizado: 1 abr

Lo único seguro que tenemos en esta vida es la certeza de que moriremos, por eso es importante atender el llamado urgente a la conversión. 



Por P. Jorge Hidalgo

La conversión es urgente, el llamado de nuestro Señor Jesucristo para atender este llamado es apremiante porque la muerte puede llegar en cualquier momento y si morimos en pecado mortal y sin arrepentirnos, quedaremos para siempre en la condenación eterna.


El tema crucial es que nadie sabe cuándo va a morir: si bien podríamos llegar a los 100 años de edad, también es cierto que podríamos fallecer ahora mismo. De hecho, lo único seguro a lo que nos vamos a enfrentar en el futuro es la muerte, lo demás no lo sabemos.


El problema de una muerte repentina es que la misericordia de Dios es para esta vida: es ahora cuando debemos esforzarnos en nuestra conversión, en amarlo sobre todas las cosas y buscar la confesión.


La conversión implica un cambio de vida, implica mirar como Dios mira, pensar como Dios piensa. La palabra conversión (convertere), quiere decir volverse hacia Dios; de hecho cuando San Agustín define el pecado, dice que es la aversión a Dios y la conversión a las criaturas; es como darle la espalda al verdadero Dios. Mientras que la conversión es dejar de mirar a las criaturas, es decir, tener nuestra mirada ante todo en Dios nuestro Señor.


En griego, la palabra conversión se dice metanoia y se refiere a un cambio de mentalidad, es decir, mirar o pensar como Dios piensa y no como lo hace el mundo, que es materialista, hedonista, que le interesa el poder, etc. El mundo nos contagia con estas ideas, haciéndonos pensar que eso está bien. Al respecto dice San Pablo: no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto. (Ro 12, 2)


Cuídate de no caer


El Señor le dijo a la Samaritana que la salvación viene de los judíos, pero esa salvación se fue de los judíos, procedió de ellos pero ya se fue. La pregunta es, ¿a dónde? Se fue a los pueblos cristianos que en ese momento estaban dispuestos. Al principio fue a los países de Europa, en general. Pero después de la apostasía de Europa con la revolución protestante, la revolución francesa y la revolución bolchevique, la salvación salió de allí y se fue a América. Esto ocurrió cuando nuestro continente fue descubierto. Ahora, con la apostasía moderna que está ocurriendo en nuestra tierra, ¿qué está pasando?: la salvación se está yendo a otros lados.


Justo esta semana leía que el número de católicos aumentaron en África: Eso es lo que está pasando, o sea que cuando América está apostatando de la fe y prefiere hacerse evangélica, o no tener hijos porque los hijos “molestan” y los católicos caen en esa mentalidad hedonista; entonces la salvación se va a los lugares que están dispuestos a aceptar la fe como es en este caso el ejemplo de África.


Esto nos tiene que hacer pensar en lo que dice San Pablo: el que se cree muy seguro, cuídese de no caer. Debemos tener cuidado porque esa cerrazón que tuvieron los judíos por no reconocer a Jesús, razón por la cual perdieron la salvación, podría llegar a ser para nosotros si no damos frutos. La conversión es un tema importante y urgente, debemos procurar vivir en gracia de Dios, buscar al Señor como el fin último de nuestra vida, lo que le da motivo a nuestra existencia.


La espantosa condenación eterna 


Independientemente del tipo de muerte, sea repentina o sea más anunciada por una enfermedad, por ejemplo, si no hay conversión todos acabaremos en el infierno. Allí los condenados sufrirán dos penas: la de daño y la de sentido. La pena de daño es la peor: implica no ver jamás a Dios. Causa un dolor y una desesperación terribles, porque el hombre está creado para la felicidad y si el hombre no alcanza a ver a Dios sufrirá terriblemente por no verlo. La pena de sentido es la tortura eterna que sufren las almas de los condenados. Cada alma allí sufrirá especialmente por los pecados que haya cometido, los cuales han sido causa de su condenación eterna. Por ejemplo, la beata María Serafina Micheli tuvo una visión de Lutero en el infierno: lo ve al heresiarca siendo torturado por demonios, que le clavan clavos en la cabeza. Su pecado, en efecto, fue el de la soberbia.


Los que se resisten a su conversión, a confesarse, a vivir en estado de gracia, de alguna manera están eligiendo servir al demonio. No es que hayan hecho un pacto con el diablo, pero sí eligieron servir al demonio porque se inclinan al dinero, al poder, al placer, al rencor, al odio. Y quien no sirve a Dios, sirve al otro. Si persisten en esta situación estarán siempre sometidos a los demonios; lo grave de todo esto es que si una muerte trágica es espantosa, es peor aún la condenación eterna.


Es conveniente pensar en que la muerte es algo real, es nuestro futuro, no sabemos si próximo o lejano pero seguro sí el futuro; tener muy en cuenta que el alma es inmortal, y que dependiendo del estado de nuestra alma al momento de nuestra muerte, si estaba en comunión con Dios, es como estaremos para siempre.

 

Pidamos seriamente al Señor en nuestra oración que nos ayude a vivir en gracia de Dios, la gracia de estar preparados en el momento que nos toque partir, que nos libre de una muerte repentina, que nos ayude a prepararnos a bien morir, que la Santísima Virgen y San José nos ayuden en ese momento. En el Ave María siempre le pedimos a la Virgen que ruegue por nosotros ahora y en el momento de la muerte, y a San José lo invocamos como el patrono de la buena muerte porque murió en los mejores brazos: en los brazos del Señor y de la Santísima Virgen. Que Nuestra Señora nos conceda la gracia de estar siempre pensando que algún día hemos de partir para que vivamos siendo amigos de Jesús y que intentemos en este momento salvar nuestra alma, porque no sabemos cuántos días más estaremos en este mundo.


Debemos pedir también al Señor que no caigamos en la condenación. No debemos tener miedo en meditar en las penas y los dolores del infierno, como le pasa a muchas personas que viven sin pensar en su destino eterno. Dicen algunos santos, como San Ignacio y San Alfonso María de Ligorio, que es mejor bajar en vida al infierno pensando en la condenación que mereceríamos por nuestros pecados, y no bajar después, cuando ya hayamos muerto. Que el Señor nos ayude a cambiar de vida, a mirar las cosas como Dios las mira, a no dejarnos guiar por los sentimientos puramente pasajeros de este mundo.


Pidamos también al Señor por la conversión de los pecadores, por aquellos que están enceguecidos en sus pecados y en sus males, que todos nos reunamos con Jesucristo en la vida eterna.


1 Komentar


Tamu
29 Mar

Señor Jesús!!! "Que la salvación no se vaya de entre los Cristianos de la Hispanidad"

Suka

Las fotos e imágenes contenidas en este medio digital son tomadas de internet, consideradas de dominio público.

Si es el deseo de los propietarios retirarlas de éste sitio web, favor de ponerse en contacto con nosotros para que las imágenes sean retiradas.

  • Instagram
  • Facebook
  • X
  • Youtube
  • TikTok
Adveniat-blanco_edited.png
bottom of page